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Cuando uno viene de una ciudad como Santiago, que según el último censo realizado el año 2012 cifra su población en casi 6.7 millones de personas, venir a una ciudad de 1 millón de habitantes la hace sentir en muchas instancis como un pueblo.
Una de las evidencias más grandes al respecto, es la tasa con la que me encuentro con gente visualmente familiar de forma aleatoria. Y no hablo de toparme con las mismas personas en lugares comunes, como lo sería en un bus, sino que en distintos puntos de la ciudad y en distintas instancias.
Hace poco me encontraba en la búsqueda de una nueva habitación para vivir. En un par de ocaciones me tocó ir a entrevistas grupales, donde varios de los que estábamos interesados en la habitación nos encontrábamos al mismo tiempo conversando con las personas que nos tocaría convivir. En una de estas instancias, había una mujer la cual nunca había visto antes. La razón porque individualizo a esta persona, es que ese mismo día la ví horas más tarde en el transporte público. Y eso no se detiene allí, pero en las últimas semanas la he visto caminando por la calle en el sector universitario. Eso no es tan extraño ya que probablemente es una estudiante, pero aún así es una persona que he reconocido entre la multitud anónima de una ciudad.
Este no es el único caso que he experimentado. Hay más similares, como por ejemplo reconocer a una persona que he visto previamente en algún concierto, pero este es uno que aún tengo fresco en mi memoria anecdótica.
Definitivamente Colonia es una ciudad la que para estándares alemanes es grande tanto en población como extensión, pero aún tiene ciertos elementos que la hacen sentir como un pueblo... y eso es interesante.
1 comment:
Eres un terrible de stalker, jejeje.
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